"EL DEBER POR EL SABER"

"El Deber por el Saber"

viernes, 23 de diciembre de 2011

Un plantel con poco prestigio. La escuela C


Un plantel con poco prestigio. La escuela C*



Etelvina Sandoval Flores

Es una escuela de tres edificios, uno de ellos, de dos plantas destinado a oficinas administrativas, en donde el turno matutino ocupa la planta bajas.[1] Ahí se encuentra el área secretarial y en el fondo un salón adaptado como dirección que comparten el director y la subdirectora y que al mismo tiempo funciona como bodega donde guardan algunos materiales que el director ha ido consiguiendo. En el otro extremo de esta misma planta hay una sala que antes fue la biblioteca y en donde se han instalado las oficinas de orientación y trabajo social, la sala de juntas de los profesores y la cooperativa escolar.

            Otro edificio es el de los salones, de tres pisos y planta baja. En cada piso hay seis salones de muros de concreto y piso de cemento con estrado para el maestro. En casi todos, las bancas son insuficientes para el número de alumnos y, de las existentes, a la mayoría les falta paletas, por lo que aquellos que alcanzaron lugar deben trabajar sobre sus rodillas. En este periodo los salones no tenían vidrios, debido a que la anterior directora, viendo que los alumnos los rompían continuamente, había mandado poner en su lugar láminas; el nuevo director, en cambio, decidió quitarlas porque oscurecían los salones y a “él le gusta la luz del sol”. No obstante, transcurrieron mese para poder conseguir el apoyo para instalar nuevamente los vidrios y durante ellos, los salones estaban prácticamente a la intemperie, se anegaban en tiempo de lluvia y eran fríos en invierno.

            En cada piso del edificio de aulas hay dos sanitarios, pero están clausurados desde 1985, “pues la escuela sufrió daños en su estructura con el temblor y al reforzarla la rigidizaron por el lado de los baños” (Ent. Dir.), por ello, de manera “provisional” se construyeron en la planta baja dos sanitarios que son insuficientes para el número de alumnos; existe una sola escalera ubicada del lado izquierdo que, de acuerdo con informaciones de los alumnos, está colocada sobre la cisterna, lo que hace que sea riesgosa. En la planta baja de este mismo edificio está la biblioteca, que permanece siempre cerrada. “No se ha intentado abrirla porque casi no hay libros”, dice el bibliotecario, y los pocos que hay están guardados en cajas y muy maltratados porque los ratones los dañaron; ahí se hacen en ocasiones las juntas con los maestros y también se guarda la computadora que recientemente envió la SEP; junto a la biblioteca están los talleres de cocina y carpintería.

El tercer edificio de una planta alberga el laboratorio de ciencias naturales y el resto de los talleres (electricidad, dibujo y electrónica), hay también un salón grande donde se guardan sillas viejas y otros materiales para su reparación, que permanece siempre cerrado con candado.

Cuenta con dos patios, el principal frente a los salones –que es donde se realizan las ceremonias escolares– tiene una cancha de basquetbol y una de volibol, atrás de los salones y frente al edificio de talleres hay un patio más chico donde los alumnos van a jugar frontón.

La pintura del plantel estaba muy deteriorada y además, de distintos colores, pues se cubrieron así algunas pintas hechas por los muchachos; también se elevaron todas las bardas de la escuela, en algunas partes con tabiques y en otras con mallas de alambre ya rotas; también la reja de entrada estaba parchada con láminas de fibra de vidrio o de metal, todo ello en un intento de cerrar al máximo la escuela, que los alumnos burlaban abriendo nuevos hoyos. Todo esto contribuía a dar al plantel una imagen de abigarramiento y composturas a medias.

Durante los dos años escolares en que realicé trabajo de campo en distintos periodos, pude ver los esfuerzos del director en turno (con el que se inicia lo que llamo la tercera etapa del plantel) por mejorar el aspecto de la escuela. Era un maestro con 23 años de servicio, había estado comisionado un tiempo en la sección 10 del sindicato y de ahí salió nombrado como director para una escuela de la delegación Gustavo A. Madero y posteriormente lo enviaron a esta escuela, que considera “un reto”. Logró finalmente con la cooperación de los padres comprar los vidrios, con lo que los salones cambiaron radicalmente de aspecto, pues anteriormente eran muy oscuros. A través de gestiones con la asociación de padres de familia consiguió que la escuela fuera considerada en el programa “Escuela Digna”, y así la delegación proporciono pintura para el edificio y la compostura de los baños de los alumnos que estaban clausurados de tiempo atrás. También y a partir de presiones que hizo junto con los padres y maestros en la delegación, consiguió 400 bancas, un televisor, un aparato de sonido, una videocasetera y una banda de guerra para la escuela. La organización de kermeses, con apoyo de padres y maestros, arrojo ganancias para comprar una fotocopiadora y también consiguió la instalación de un teléfono.



* En La trama de la escuela secundaria: institución, relaciones y saberes, México, UPN/Plaza y Valdés, 2000, pp. 121-124
[1] Cuando se nombró un director por turno, la directora, que hasta ese momento lo era de ambos turnos, escogió el vespertino y se adueñó de las instalaciones para oficinas administrativas que se encontraban en la planta alta. El director tuvo entonces que adaptar el espacio de la planta baja que le dejaron y acomodar ahí su dirección, la subdirección, trabajo social, orientación, la cooperativa y a las secretarias. Por este motivo, de la impresión de amontonamiento. 

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