Etelvina Sandoval Flores
Es una escuela de tres
edificios, uno de ellos, de dos plantas destinado a oficinas administrativas,
en donde el turno matutino ocupa la planta bajas.[1] Ahí se encuentra el área
secretarial y en el fondo un salón adaptado como dirección que comparten el
director y la subdirectora y que al mismo tiempo funciona como bodega donde
guardan algunos materiales que el director ha ido consiguiendo. En el otro
extremo de esta misma planta hay una sala que antes fue la biblioteca y en
donde se han instalado las oficinas de orientación y trabajo social, la sala de
juntas de los profesores y la cooperativa escolar.
Otro edificio es el de los salones, de tres pisos y
planta baja. En cada piso hay seis salones de muros de concreto y piso de
cemento con estrado para el maestro. En casi todos, las bancas son
insuficientes para el número de alumnos y, de las existentes, a la mayoría les
falta paletas, por lo que aquellos que alcanzaron lugar deben trabajar sobre
sus rodillas. En este periodo los salones no tenían vidrios, debido a que la
anterior directora, viendo que los alumnos los rompían continuamente, había
mandado poner en su lugar láminas; el nuevo director, en cambio, decidió
quitarlas porque oscurecían los salones y a “él le gusta la luz del sol”. No
obstante, transcurrieron mese para poder conseguir el apoyo para instalar
nuevamente los vidrios y durante ellos, los salones estaban prácticamente a la
intemperie, se anegaban en tiempo de lluvia y eran fríos en invierno.
En cada piso del edificio de aulas hay dos sanitarios,
pero están clausurados desde 1985, “pues la escuela sufrió daños en su
estructura con el temblor y al reforzarla la rigidizaron por el lado de los
baños” (Ent. Dir.), por ello, de manera “provisional” se construyeron en la
planta baja dos sanitarios que son insuficientes para el número de alumnos;
existe una sola escalera ubicada del lado izquierdo que, de acuerdo con
informaciones de los alumnos, está colocada sobre la cisterna, lo que hace que
sea riesgosa. En la planta baja de este mismo edificio está la biblioteca, que
permanece siempre cerrada. “No se ha intentado abrirla porque casi no hay
libros”, dice el bibliotecario, y los pocos que hay están guardados en cajas y
muy maltratados porque los ratones los dañaron; ahí se hacen en ocasiones las
juntas con los maestros y también se guarda la computadora que recientemente
envió la SEP; junto a la biblioteca están los talleres de cocina y carpintería.
El
tercer edificio de una planta alberga el laboratorio de ciencias naturales y el
resto de los talleres (electricidad, dibujo y electrónica), hay también un
salón grande donde se guardan sillas viejas y otros materiales para su
reparación, que permanece siempre cerrado con candado.
Cuenta
con dos patios, el principal frente a los salones –que es donde se realizan las
ceremonias escolares– tiene una cancha de basquetbol y una de volibol, atrás de
los salones y frente al edificio de talleres hay un patio más chico donde los
alumnos van a jugar frontón.
La
pintura del plantel estaba muy deteriorada y además, de distintos colores, pues
se cubrieron así algunas pintas hechas por los muchachos; también se elevaron
todas las bardas de la escuela, en algunas partes con tabiques y en otras con
mallas de alambre ya rotas; también la reja de entrada estaba parchada con
láminas de fibra de vidrio o de metal, todo ello en un intento de cerrar al
máximo la escuela, que los alumnos burlaban abriendo nuevos hoyos. Todo esto
contribuía a dar al plantel una imagen de abigarramiento y composturas a
medias.
Durante
los dos años escolares en que realicé trabajo de campo en distintos periodos,
pude ver los esfuerzos del director en turno (con el que se inicia lo que llamo
la tercera etapa del plantel) por mejorar el aspecto de la escuela. Era un
maestro con 23 años de servicio, había estado comisionado un tiempo en la
sección 10 del sindicato y de ahí salió nombrado como director para una escuela
de la delegación Gustavo A. Madero y posteriormente lo enviaron a esta escuela,
que considera “un reto”. Logró finalmente con la cooperación de los padres
comprar los vidrios, con lo que los salones cambiaron radicalmente de aspecto,
pues anteriormente eran muy oscuros. A través de gestiones con la asociación de
padres de familia consiguió que la escuela fuera considerada en el programa
“Escuela Digna”, y así la delegación proporciono pintura para el edificio y la
compostura de los baños de los alumnos que estaban clausurados de tiempo atrás.
También y a partir de presiones que hizo junto con los padres y maestros en la
delegación, consiguió 400 bancas, un televisor, un aparato de sonido, una
videocasetera y una banda de guerra para la escuela. La organización de
kermeses, con apoyo de padres y maestros, arrojo ganancias para comprar una
fotocopiadora y también consiguió la instalación de un teléfono.
* En La trama de la escuela secundaria:
institución, relaciones y saberes, México, UPN/Plaza y Valdés, 2000, pp.
121-124
[1]
Cuando se nombró un director por turno, la directora, que hasta ese momento lo
era de ambos turnos, escogió el vespertino y se adueñó de las instalaciones
para oficinas administrativas que se encontraban en la planta alta. El director
tuvo entonces que adaptar el espacio de la planta baja que le dejaron y
acomodar ahí su dirección, la subdirección, trabajo social, orientación, la
cooperativa y a las secretarias. Por este motivo, de la impresión de
amontonamiento.
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